Lo único que le hacía feliz era saber que los sábados eran suyos.
Como todos los sábados, se levantó muy temprano, se puso la ropa apropiada, preparó su equipo y, tratando de no hacer ruido para no despertar a su esposa, salió del dormitorio, bajó las escaleras, para luego tomar un desayuno rápido, subir a su coche y dirigirse al mar.
Encendió la radio en el justo momento en que daban el parte meteorológico:"Tormentas eléctricas, lluvias, vientos de más 60km/h y olas de 10 metros durante toda la mañana".
Una mueca de fastidio llenó su ilusionada cara, tras pensarlo unos instantes, dio la vuelta y regresó a su casa.
Guardó el coche en el garaje, subió al dormitorio, se quitó la ropa tratando de no hacer ruido, para luego deslizarse entre las sábanas hasta quedar pegado a la espalda de su esposa y susurrarle muy dulcemente: "Amor, hay una tormenta terrible"....
Y ella, con su voz más sensual, le respondió:"Y el gilipollas de mi marido, pescando..."
domingo, 13 de enero de 2008
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