Las sombras temen el silencio porque en él corren el peligro de encontrarse consigo mismas. Las sombras temen callar y temen detenerse. Corren y gritan y vuelven a correr. Huyen del silencio y de la soledad y de la tierra. Corren hacia el bullicio y el hacinamiento y el asfalto. Allí no corren peligro de comprometerse con nada y saben que no deberán enfrentar lo que ellas mismas son.
La poesía es ritmo susurrado. Hay que hacerse poetas y susurrar silencios. Hay que acallar al menos por un momento los gritos bulliciosos que asfixian a los hombres actuales, más sombras que hombres.
Aprendamos a callar!
Hay que hacerse poetas!
miércoles, 23 de enero de 2008
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